En los últimos años, ciertos rincones de internet se han convertido en verdaderas incubadoras para discusiones sobre la masculinidad que no solo no promueven el bienestar o la autoconciencia entre los hombres, sino que activamente incrementan la ansiedad, la competitividad destructiva y la preocupación obsesiva por los cuerpos. Aquí hablo del "manosphere": el conjunto de cibercomunidades donde se gestan foros de incels, "red pillers", PUAs (artistas de seducción) y activistas por los derechos de los hombres, entre otros, y donde el cuerpo masculino se ha convertido en un campo de batalla ideológico.
Estéticas hiper-masculinas: admiración y paranoia a la vez
En estos entornos, se venera una marca muy particular del cuerpo masculino: musculatura, bajo porcentaje de grasa corporal, mandíbula fuerte, pectorales salientes, abdominales definidos y una presencia imponente. Es como un hombre blanco que esta imagen establece un estándar para estimar el valor, no solo en relación con otros hombres, sino como un medio para ganar poder, sexual y socialmente, sobre las mujeres.
Los hombres siempre hablan de “looksmaxxing”, que puede ser desde rutinas de entrenamiento radicales y suplementos hasta remodelar los huesos del rostro (presumiblemente a través de cirugía, como la augmentación mandibular, una rinoplastia o implantes de mejilla) o tratamientos para el cabello y la piel. Esto puede parecer superficialmente relacionado con la estética, pero oculta grandes problemas con la autoestima, fobias a ser juzgados y problemas corporales.
Casos extremos: esteroides anabólicos, cirugías y vigorexia
Ese culto al cuerpo ha producido algunos hábitos alarmantes. En los foros del “manosphere”, es normal encontrarse con narrativas y consejos sobre cómo usar esteroides anabólicos sin el consentimiento médico que podrían estar mezclados con hormonas de crecimiento y otros medicamentos usados por veterinarios o en laboratorios.
Los procedimientos cosméticos para hombres jóvenes también están muy extendidos, solo debido al deseo de adherirse a ese tipo de cuerpo ridículamente hipermasculino, incluso sin deformidades objetivas. Tratamientos como la cirugía de alargamiento de piernas han ganado notoriedad en estos nichos, sin embargo, no por las realidades de los riesgos, el trauma físico y psicológico.
Todo esto se combina para alentar la aparición de la vigorexia, que es una variante del trastorno dismórfico corporal, por la cual la persona se siente impulsada por la necesidad de ganar más músculo y perder grasa. Esta obsesión —que también se encuentra en la cultura deportiva masculina— no se trata de destreza atlética o salud física, sino de una comprensión utilitaria del cuerpo como herramienta de validación social y poder sexual.
Cuentas sociales y algoritmos: una receta para la dismorfia
Plataformas como Instagram y TikTok, y YouTube, así como foros como Reddit o 4chan, sirven como cámaras de resonancia donde se refuerzan estos ideales corporales. Los algoritmos no ayudan ya que fomentan esta obsesión al mostrar imagen tras imagen de modelos de fitness, influenciadores de "looksmaxxing" e historias de hombres que detallaron sus dramáticas transformaciones físicas.
El problema es que estos modelos a seguir, lejos de ser inspiradores, causan frustración y una percepción de sí mismo totalmente inalcanzable que promueve una frustración constante y una visión distorsionada del propio cuerpo que conduce a la depresión clínica y a extremos como el abuso de alcohol y drogas, o incluso autolesiones.
Conclusión
La “manosfera” ha convertido los cuerpos de los hombres en un campo de batalla en sí mismos. La narrativa de la toxicidad masculina y los algoritmos digitales que le siguen, obsesionados con lograr un ideal físico que es imposible de alcanzar, están llevando a casos preocupantes de anabolismo desenfrenado, cirugías peligrosas y trastornos dismórficos.
Ante esta situación, es necesario abrir un debate social y profesional sobre el impacto en la salud mental y física de los hombres y qué recursos podemos proporcionar desde la educación emocional, la psicoterapia y la prevención en redes para evitar esta dinámica autodestructiva.